Cómo aumentar la densidad ósea
Uno de los beneficios que se puede lograr con la realización de ejercicio físico es el aumento de la densidad ósea. Sin embargo, no todos los ejercicios logran este efecto. En este artículo te explico cómo fortalecer los huesos haciendo ejercicio físico.
Está demostrado que el ejercicio físico favorece el aumento de la densidad ósea, y que el sedentarismo constituye un factor de riesgo. Si no te mueves, pierdes densidad ósea. Si bien, para aumentar la densidad ósea, hay que seguir unas determinadas pautas, sobre todo en relación al tipo de ejercicio.
El entrenamiento óptimo para aumentar la densidad ósea a través de la realización de ejercicio físico es un aspecto algo controvertido, sobre todo en aquellas etapas de la vida en las que la pérdida ósea se acelera. De hecho, no se conoce con precisión la carga óptima de entrenamiento. Sin embargo, sí es posible descartar algunos tipos de ejercicio y diseñar planes de entrenamiento eficaces.
Incrementar la densidad ósea durante la infancia y la juventud es algo relativamente sencillo. Se trata de potenciar la evolución natural del organismo, que alcanza el máximo de masa ósea hacia los 30 años aproximadamente.
La práctica de deportes de fuerza y de impacto, como atletismo (pruebas de velocidad y saltos), voleibol, tenis… puede estimular la formación ósea, durante una etapa de la vida en la que las condiciones hormonales de la persona favorecen este aumento.
En este tipo de actividades, las fuerzas que soporta el hueso, a través de la acción muscular, o del impacto con la superficie, mediante los saltos, proporciona un estímulo suficiente para poner en marcha los mecanismos de adaptación ósea.
Sin embargo, a partir de los 30 años, y sobre todo en las décadas siguientes, la densidad ósea comienza a descender. Está perdida ósea suele afectar más a las mujeres, como consecuencia de los cambios hormonales que tienen lugar durante la menopausia. Las zonas más afectadas suelen ser la cadera y la columna lumbar.
Durante y después de esta etapa, también es posible lograr beneficios sobre la salud ósea, aunque hay que admitir que resulta algo más complicado que durante las décadas anteriores. De hecho, los objetivos de cualquier programa de ejercicio físico y salud, destinado a la población de estas edades, debería atender a los siguientes objetivos.
1. Reducir el ritmo de pérdida ósea.2. Mantener un nivel constante de densidad ósea.3. Lograr pequeños incrementos de la densidad ósea.
Para que este entrenamiento aporte beneficios es muy importante que esté bien planificado. Un entrenamiento que no progresa, que no modifica las cargas (volumen e intensidad) a lo largo del tiempo no logrará los objetivos deseados. El entrenamiento se tiene que diseñar de forma que se produzcan nuevas adaptaciones.
Si en el mes de junio resulta que estás haciendo el mismo entrenamiento que cuando empezaste en septiembre, es muy difícil que logres modificar la composición corporal, incluida la densidad ósea. Entrenando así, se puede mejorar al principio, pero luego te estancas. Un entrenamiento que no logre aumentar la masa muscular, la fuerza o la potencia, es muy complicado que proporcione un aumento de la densidad ósea.